El día se presentaba tranquilo, por la mañana me tomé el metro y fui al Foro de ocupación de la UIB en el cual participé de una charla motivacional a cargo de la coach Cristina Beascoechea. Los alrededores de la Universidad son muy bonitos, se ve de fondo la sierra de Tramuntana y algunos patos, gansos y otras aves sueltas en un estanque de agua reciclada.
Volví a casa cerca del mediodía y me dispuse a almorzar antes de planificar el resto del día, pero me encontré con uno de los integrantes de la familia caído, con la mirada perdida y sin haber terminado su comida, Sheila. ¿Se acuerdan de nuestra perrita que les presenté el primer día? Bueno, ella.
Entre dudas si esperaba a J o no me decidí y la llevé al vete, en mis brazos con mezcla de incertidumbre y angustia (no me gusta nada tener que ver sufrir a un ser tan maravilloso que no puede poner sus dolores en palabras). Fuimos las dos juntas a ver a la Doctora, vegana ella, amante de los animales y absolutamente empática conmigo, algo que en ese momento es lo que uno más necesita. Comenzaron a analizarla y me hablaron de un posible tumor, algo inesperado para mí, en una perra tan inquieta y activa como Sheila (con sus 14 años encima). Tras varias pruebas, análisis y ecografías (en los cuales siempre la sostuve con mis manos y pase unas 2 horas que parecieron 6) los médicos dijeron que había que operarla de urgencia, tenía un tumor y una infección grande producto de él(mientras escribo contándoles esto espero oír sus uñitas caminar en el comedor en busca de cualquier trozo de comida que cayera al suelo).
Pedí permiso para llamar a J (le dije a la vete voy a llamar al padre, menos mal que era empática sino hubiese pensado que estaba loca "padre" ja!) él se vino lo más rápido que pudo desde la otra punta de la isla para verla antes de que la sedaran, él se mantenía positivo, a mí por primera vez algo adentro me decía que ella estaba cansada. Con J nos vinimos a casa a entonar Nam Myoho Renge Kyo, mientras amigos budistas hacían su parte, católicos rezaban sus oraciones y ateos nos mandaban sus buenas energías, todo era AMOR. La operación fue un éxito, la veterinaria no se explicaba cómo estaba la perra viva, cómo habían extirpado un tumor del hígado y que éste siguiera funcionando.
Pudimos entrar a verla, J tenía un nivel de positividad y esperanza que nunca había visto en él, yo en cambio estaba un poco asustada pero a la vez confiaba en que si había sobrepasado la operación se iba a poner bien. Los veterinarios nos alertaron que las próximas 48 hs, serían críticas, necesitaba una transfusión de sangre, a pesar de que pocos minutos después de la anestesia nos reconocía y había recuperado vitalidad.
La noche fue dura, era cerrar los ojos y ver los suyos, desear con todo el corazón que sean las 9 am para poder ir a verla y que nos dijeran que estaba bien. Pero a las 8.52 recibí esa llamada que uno nunca quiere escuchar. Sheila se fue de este plano y yo siempre tuve miedo de que llegara este día, tal vez porque la conocí de grande, al igual que a mi mamá. Tal vez porque fue una compañera excepcional, leal, obediente, amorosa y con una mirada más transparente que el Mediterráneo que me acompañó en cada uno de mis momentos incluso en los de mayor soledad.
Te vamos a extrañar Shei. J, Ufano y yo.
:'( morí de angustia. No hay palabras posibles que expliquen el dolor ante la partida de estos seres queridos.
ResponderEliminar:'( morí de angustia. No hay palabras posibles que expliquen el dolor ante la partida de estos seres queridos.
ResponderEliminarSos hermosa amiga ...hasta relatando está vivencia tan dolorosa...hasta siempre Shei��
ResponderEliminarGraciasssss por lo que decís! <3 <3
Eliminar